Washington, D.C., 7 de septiembre de 2023 — El senador republicano Chuck Grassley, de Iowa, se distanció este jueves de cualquier especulación que lo vincule con intentos de presidir la sesión conjunta del Congreso el 6 de enero de 2021, día en que debía certificarse la victoria electoral de Joe Biden.
En declaraciones a periodistas en el Capitolio, Grassley negó haber participado en conversaciones con aliados de Donald Trump para sustituir al entonces vicepresidente Mike Pence en esa sesión clave.
“Hemos estado hablando de presidir el Senado, pero mucha gente se confundió con la idea de que yo podría presidir la sesión conjunta”, dijo el veterano senador mientras se dirigía a una votación. “Eso no es en absoluto lo que se supone que debo hacer. Nunca he estado involucrado en ninguna conversación sobre esto ni nada parecido”.
Sin embargo, la controversia persiste desde enero de 2021 y ha vuelto a la agenda mediática tras nuevos cuestionamientos surgidos durante un juicio de inhabilitación contra John Eastman, exabogado de Trump, en California.
Eastman se ampara en el privilegio abogado-cliente
Durante su testimonio esta semana, Eastman fue interrogado sobre si participó en conversaciones relacionadas con la posibilidad de que Grassley presidiera la sesión conjunta del Congreso en lugar de Pence.
El abogado se negó a responder directamente, alegando que esas discusiones estaban protegidas por el privilegio abogado-cliente, y cuando se le preguntó a qué cliente se refería, respondió: “El presidente Trump”.
Esta evasión ha generado nuevas dudas sobre hasta qué punto existió un plan alternativo que buscaba alterar el procedimiento constitucional del 6 de enero mediante un cambio en la persona que debía presidir la sesión.
Según Politico, el nombre de Grassley aparece en una serie de correos electrónicos intercambiados entre Eastman y Boris Epshteyn, asesor de Trump, donde se discuten cambios al memorando de dos páginas que Eastman redactó en diciembre de 2020.
Dicho documento describía varias vías para que Pence, como presidente del Senado, bloqueara o retrasara la certificación de los resultados del Colegio Electoral.
En uno de estos intercambios, fechado el 23 de diciembre, Eastman expresa su esperanza de que los miembros del Congreso “no impidan que Pence (o Grassley)” frenen la certificación, dejando entrever que existía una alternativa en caso de que Pence no cooperara.
La declaración ambigua del 5 de enero
Las sospechas en torno a Grassley no son nuevas. El 5 de enero de 2021, en una conversación con periodistas, el senador afirmó que presidiría el Senado si el vicepresidente no estaba presente, algo que se interpretó como un indicio de que Pence no asistiría a la sesión conjunta del día siguiente.
«Bueno, para empezar, puedo serlo. Si el vicepresidente no está allí y no contamos con que esté, presidiré el Senado», declaró Grassley en ese entonces, según recogió Iowa Capital Dispatch.
La afirmación causó conmoción en los círculos políticos y mediáticos, y obligó a su oficina a emitir una aclaración poco después, calificando la declaración como una “mala interpretación” y asegurando que se esperaba la presencia de Pence.
Grassley intenta distanciarse
El jueves, tras ser abordado nuevamente por reporteros sobre el tema, Grassley reiteró que nunca tuvo conocimiento de ningún plan para reemplazar a Pence ni de maniobras para invalidar la certificación electoral.
Su oficina reforzó esta postura enviando un comunicado a la prensa donde insiste en que “ni el senador Grassley ni sus empleados han tenido conocimiento de ningún plan para cancelar las elecciones”.
El comunicado explica además que, como presidente pro tempore del Senado en ese momento, Grassley estaba simplemente en la línea de sucesión para presidir sesiones si el vicepresidente no estaba presente, pero que “tenía todas las expectativas de que Pence asistiría y presidiría la sesión conjunta del Congreso”.
¿Una coincidencia o una estrategia?
El contexto político de diciembre de 2020 y enero de 2021 fue extraordinariamente volátil. Trump y sus aliados se aferraban a teorías infundadas de fraude electoral y presionaban a funcionarios en varios niveles para revertir los resultados.
Pence fue objeto de una intensa campaña para que usara su posición como presidente del Senado para rechazar la certificación de ciertos votos electorales.
Cuando Pence se negó a hacerlo, convirtiéndose en blanco de ataques de Trump y de algunos manifestantes el 6 de enero, la posibilidad de que Grassley tomara su lugar emergió como una alternativa discutida entre algunos asesores.
El hecho de que Eastman mencionara a Grassley en sus comunicaciones internas sugiere que, al menos en ciertos círculos del equipo de Trump, se contemplaba la posibilidad de alterar la dinámica institucional a través de un cambio de liderazgo durante la sesión.
No hay evidencia directa de que Grassley estuviera al tanto de estas discusiones, pero su mención repetida en correos y declaraciones ha sido suficiente para alimentar especulaciones persistentes.
Implicaciones legales y políticas
El testimonio de Eastman y las revelaciones sobre las comunicaciones internas entre asesores de Trump podrían tener consecuencias legales.
El Departamento de Justicia ya ha acusado a Trump de conspiración para defraudar a Estados Unidos y obstruir un procedimiento oficial del Congreso, y otros miembros de su círculo cercano.
Si bien Grassley no es blanco de ninguna acusación, su rol como figura institucional de alto rango y su cercanía a los acontecimientos lo colocan bajo el escrutinio público.
Además, cualquier percepción de que pudo haber sido parte —voluntaria o involuntaria— de un esfuerzo para socavar la transición pacífica del poder, podría afectar su legado político.
Un momento definitorio para la democracia estadounidense
Los eventos del 6 de enero de 2021 marcaron un punto de inflexión en la historia democrática de Estados Unidos. La irrupción violenta en el Capitolio, instigada por la retórica incendiaria de Trump y sus aliados, expuso vulnerabilidades en el sistema de pesos y contrapesos.
La posibilidad de que se haya considerado reemplazar al vicepresidente en su rol ceremonial pero clave, presidiendo la certificación de la victoria presidencial, refuerza la percepción de que existía una estrategia más amplia para anular los resultados electorales.
En este contexto, las declaraciones de figuras como Grassley adquieren gran relevancia. Sus intentos de distanciarse, aunque comprensibles desde el punto de vista político, no bastan para cerrar el debate público sobre su papel en los días previos al 6 de enero.