¡Hay un vídeo! Los anales salvajes de Lauren Boebert…

Lauren Boebert causa escándalo en un teatro y arriesga su intento de moderarse para 2024.

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Desde su reelección por un margen mínimo en 2022 —apenas unos cientos de votos—, la congresista republicana por Colorado, Lauren Boebert, ha estado bajo presión para moderar su comportamiento si desea conservar su escaño en las elecciones de 2024.

Su imagen, marcada por una actitud irreverente, retórica extremista y una cercanía inquebrantable a Donald Trump, ha sido vista por algunos como un obstáculo electoral en su propio distrito.

De hecho, fuentes cercanas a su campaña han afirmado que, para contratar a un nuevo director de campaña, fue necesario prometer que Boebert haría esfuerzos visibles para suavizar su perfil público. El mensaje era claro: necesitaba parecer más centrada y menos excéntrica para conectar con votantes más moderados o indecisos.

“Trumpy en las calles, normal en casa”

Hace apenas unos días, Politico publicó un artículo que destacaba cómo Boebert parecía estar embarcada en un “rebranding” personal. Según el reportaje, la congresista mostraba una nueva preocupación por el servicio a sus electores en Colorado, contrastando con su teatralismo habitual en el Congreso.

En Washington seguía siendo “Trumpy”, pero en su estado natal, intentaba proyectar una imagen más contenida, casi pastoral. Una especie de “Trumpy en las calles, normal en casa”.

Sin embargo, esa estrategia de moderación recibió un duro golpe esta semana cuando Boebert fue noticia nacional por ser expulsada, junto con su novio, de una presentación del musical Beetlejuice en el Centro de Artes Escénicas de Denver.

El motivo: comportamientos inapropiados durante la función, incluyendo cantar, bailar, uso de cigarrillos electrónicos (vaping) y altercados con otros asistentes.

Escándalo teatral: del canto al vapeo

Testigos y personal del teatro informaron inicialmente que Boebert y su acompañante estaban causando molestias, pero la historia tomó una nueva dimensión con las acusaciones de una mujer embarazada que afirmó haber pedido a Boebert que dejara de vapear durante la función. Según el relato, Boebert habría ignorado la petición y reaccionado de forma grosera.

Inicialmente, Boebert respondió con ligereza. En sus redes sociales, publicó que se declaraba “culpable de reír y cantar demasiado fuerte”. Parecía tratarse de una anécdota menor.

Pero luego, el periódico The Denver Post publicó una versión más seria de los hechos: la presencia de una mujer embarazada detrás de Boebert, visiblemente molesta por el uso de vapeadores.

La congresista negó firmemente haber usado cigarrillos electrónicos en el teatro y desestimó la historia como falsa. Pero entonces, llegó el video.

Todo quedó grabado

El periodista Kyle Clark, de 9NEWS Denver, publicó en redes sociales un video de vigilancia que muestra con claridad a Boebert en su butaca durante la función.

En la grabación, se le ve vapear, reír, moverse de forma exagerada, ser acariciada por su acompañante y, en un momento clave, interactuar con la mujer embarazada sentada detrás de ella, quien se inclina para pedirle algo. La reacción de Boebert parece ser de desdén o burla.

El video también muestra el momento en que ambos son escoltados fuera del recinto por el personal del teatro. Las imágenes, ampliamente compartidas, desmienten categóricamente las negativas iniciales de Boebert y han encendido las redes sociales con nuevas críticas.

Reacciones políticas y sociales

El escándalo ha provocado una tormenta de reacciones tanto en Colorado como en Washington. Para sus detractores, el incidente es solo una muestra más del comportamiento imprudente y divisivo de Boebert, mientras que para sus seguidores más leales, es otro episodio menor magnificado por los medios liberales.

Sin embargo, a nivel estratégico, el daño podría ser considerable. El incidente amenaza con desbaratar sus intentos de reposicionarse como una política más moderada.

Para un electorado cada vez más preocupado por la decencia, el profesionalismo y la representación responsable, las imágenes de una congresista vaporizando en un evento familiar, ignorando a una mujer embarazada, pueden ser políticamente tóxicas.

Analistas apuntan a que este tipo de eventos, aunque parecen anecdóticos, tienen un impacto acumulativo. “No es solo el vapeo”, comentó una estratega republicana anónima al Colorado Sun. “Es la suma de todo: los gestos, las mentiras, las contradicciones. Los votantes se cansan”.

La lucha por su escaño

El distrito de Boebert en Colorado ya demostró ser competitivo en 2022. Su victoria por apenas 546 votos frente al demócrata Adam Frisch dejó claro que hay un sector importante de votantes dispuestos a rechazar el extremismo, incluso en distritos históricamente conservadores.

Frisch, quien ya ha anunciado su intención de volver a postularse en 2024, reaccionó al escándalo de Boebert con un mensaje contundente: “El distrito necesita una representante seria, que trabaje por sus intereses, no por su próxima provocación viral”.

La pregunta que se hacen muchos ahora es si este nuevo episodio terminará siendo la gota que derrame el vaso para los votantes indecisos.

Boebert ha construido una marca política basada en la confrontación, el espectáculo y la fidelidad a Trump, pero en el escenario local, donde los problemas cotidianos pesan más que la guerra cultural, esos atributos pueden volverse en su contra.

Una política del espectáculo

Desde su llegada al Congreso, Boebert ha encarnado el arquetipo de la política del espectáculo. Portando armas en sus anuncios de campaña, participando en conspiraciones electorales y desafiando abiertamente a las normas del decoro institucional, se convirtió en una de las figuras más polarizantes del Partido Republicano.

Este incidente en el teatro puede parecer trivial en comparación con sus declaraciones más explosivas, pero tiene una cualidad visual que lo hace especialmente dañino: está grabado, es claro, es humano. No es una cuestión de política o ideología, sino de comportamiento cívico.

Conclusión

El escándalo del teatro ha dejado expuesta una tensión fundamental en la estrategia de Boebert: la dificultad de sostener una doble imagen. Intentar ser moderada en casa mientras sigue alimentando su personaje combativo en Washington no solo es difícil de equilibrar, sino también arriesgado cuando surgen hechos como este.

A medida que se acerca la campaña de 2024, Boebert tendrá que decidir si sigue siendo la “guerrera MAGA” que energiza a su base o si opta por un perfil más disciplinado y centrado en las necesidades locales. El problema es que, con cada nuevo escándalo, esa decisión podría dejar de estar en sus manos.